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El lenguaje y los periodistas
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El lenguaje y los periodistas
Por JOSÉ ANTONIO POSTIGO
Vaya dos morlacos para abrir, casi a portagayola, un simple comentario para un diario de prensa… ¿Tendría que dividirlo en dos entregas?… Intentaré que no sea así, para lo cual, primero, confiaré en la capacidad de recuerdo y de connotación y denotación de la mente de los lectores y, segundo, escribiré en forma de esquema.
1º.- Periodismo. Ante mis colegas escritores a los que llamamos periodistas, quisiera presentarme. Hubo una época de mi vivir (allá por finales de los ochenta y primeros noventa del pasado siglo) en la que dediqué muchas horas al estudio humilde y serio del modo de ser periodista de un colega vuestro que muchos recordaréis, notabilísimo en la escritura (creó en España el género 'Columna': 'Mi columna') y en la crítica cinematográfica, lo mismo en papel que en radio y televisión: Alfonso Sánchez (Alfonso Sánchez Martínez, 1911-1981, de cuyo centenario, este pasado 11 de julio, ni un solo periódico ha hecho recuerdo). Puedo decir que aprendí que el periodista de profesión es una persona con unos condicionantes profesionales muy particulares y muy delicados; he aquí uno de ellos: escribe y habla ante millones de ojos u oídos a golpe de intratables segundos o minutos, como mucho un par de horas; y además no se comunica con la sociedad a través de la hechura de, por ejemplo, churros, o lavadoras, o muebles, sino a través del lenguaje.
2º.- 'A través del lenguaje', acabo de decir. Alfonso (por seguir cariñosamente con él), como cualquier periodista, nació ciego, sordo y, por ende, mudo. Sus padres, doña Práxedes y don Alfonso, ambos de profesión sus carreras de letras y sus trabajos como maestros, qué duda cabe que le irían poniendo en la pista del aprendizaje de un sistema de comunicación conocido como Lenguaje, lo mismo hablado que escrito; dejémoslo ahí, que no es poco. Y él mismo, quizás sin percibirlo, fue perfeccionando esos esquemas de comunicación hablada y escrita (de acuerdo con unas cualidades innatas, sin duda) a través de una carrera de Derecho terminada y de pinitos de adolescente en la prensa de preguerra: 'La Ametralladora', entre otras.
3º.- Esquema de comunicación. ¿A dónde quiero ir a parar con este esquema psico-biográfico y comunicador de vuestro colega? Pues a que él, no os quepa la menor duda, aprendió o asimiló un esquema de comunicación que sabía. 1º, que a pesar de lo inmensamente complejo, estaba consolidado; 2º, que, por esto mismo, era comprendido por millones de ojos y mentes, que, a su vez, lo necesitaban y necesitan a vida o muerte; y 3º, que, a pesar de su capacidad para la retranca vitalista y lingüística (de Alfonso, literal, en TVE sobre la película 'Sodoma y Gomorra': 'Sopor y Modorra'), si quería ser entendido a la perfección, debería acoplarse a dicho esquema o molde comunicador o comunicativo.
4º.- Lenguaje. Todo periodista tiene que ser consciente de que es maestro del lenguaje. No lo es un industrial…, ni un ingeniero…, ni siquiera un médico…, ni un conductor de autobuses o taxis. Él, real y verdaderamente, sí lo es. ¿por qué y para qué?
5º. ¿Por qué y para qué? Porque dada su condición de usuario de la palabra, escrita o hablada, para comunicar su percepción e interpretación de la realidad, e incluso, aunque sin quererlo o subliminalmente, para dejarnos sus ideas y sentimientos, tiene en sus manos un don cuasi divino; decía don Manuel Alvar que 'el Lenguaje es nuestra morada vital'.
Y 6º.- Sutilezas y matices. Al explicitarlo escribiendo y hablando, deja constancia escrita y locutiva de las divinas sutilezas, de los cuidados matices gramaticales y, dentro de estos, los prosódicos, con los que los siglos, y, sin irnos tan lejos, los años próximos pasados, han ido cincelando nuestro escribir y hablar, con el fin de aquilatar, es decir, de hacer sutiles las estructuras de nuestros soberanos esquemas de comunicación conocidos como el Lenguaje, con el fin de que así, vosotros, podáis llegar a todos y cada uno de los posibles perceptores, sean estos de la condición social que puedan ser, o de educación, o de edad (esto sobre todo, que los periodistas tantas veces olvidan… Se olvidan de si sus padres o abuelos podrán entender y valorar con justeza sus mensajes, y ese olvido es difícilmente comprensible).
¿Dónde están algunos de los peligros o, mejor, algunos de los tropiezos en el lenguaje con los que el periodismo puede trastabillarse? Que cada uno de tales escribidores y hablantes se analice día a día, sin compasión, lo mismo que el resultado final de una contabilidad o de una caja registradora son mirados con lupa e inmisericordemente por sus responsables, aunque sepan que algunas veces el tal ejercicio ha podido provocarles sudores de muerte ante gazapos no muy justificables a primera vista.
Solo en ejemplo de tropiezo común. Si el modo subjuntivo es un humano hallazgo precioso para expresar la sutil matización en los posibles, o no posibles, acaeceres de los hechos o estados de ánimo, lo mismo pasados que por venir, ¿por qué no lo cuidamos? No es cuestión de ser fieles a la Gramática de forma 'papanatil', es cosa de acertar y matizar la posibilidad, o aleatoriedad, de un momento, tal como queremos que nos entienda y lo entienda el lector u oyente.
Vaya dos morlacos para abrir, casi a portagayola, un simple comentario para un diario de prensa… ¿Tendría que dividirlo en dos entregas?… Intentaré que no sea así, para lo cual, primero, confiaré en la capacidad de recuerdo y de connotación y denotación de la mente de los lectores y, segundo, escribiré en forma de esquema.
1º.- Periodismo. Ante mis colegas escritores a los que llamamos periodistas, quisiera presentarme. Hubo una época de mi vivir (allá por finales de los ochenta y primeros noventa del pasado siglo) en la que dediqué muchas horas al estudio humilde y serio del modo de ser periodista de un colega vuestro que muchos recordaréis, notabilísimo en la escritura (creó en España el género 'Columna': 'Mi columna') y en la crítica cinematográfica, lo mismo en papel que en radio y televisión: Alfonso Sánchez (Alfonso Sánchez Martínez, 1911-1981, de cuyo centenario, este pasado 11 de julio, ni un solo periódico ha hecho recuerdo). Puedo decir que aprendí que el periodista de profesión es una persona con unos condicionantes profesionales muy particulares y muy delicados; he aquí uno de ellos: escribe y habla ante millones de ojos u oídos a golpe de intratables segundos o minutos, como mucho un par de horas; y además no se comunica con la sociedad a través de la hechura de, por ejemplo, churros, o lavadoras, o muebles, sino a través del lenguaje.
2º.- 'A través del lenguaje', acabo de decir. Alfonso (por seguir cariñosamente con él), como cualquier periodista, nació ciego, sordo y, por ende, mudo. Sus padres, doña Práxedes y don Alfonso, ambos de profesión sus carreras de letras y sus trabajos como maestros, qué duda cabe que le irían poniendo en la pista del aprendizaje de un sistema de comunicación conocido como Lenguaje, lo mismo hablado que escrito; dejémoslo ahí, que no es poco. Y él mismo, quizás sin percibirlo, fue perfeccionando esos esquemas de comunicación hablada y escrita (de acuerdo con unas cualidades innatas, sin duda) a través de una carrera de Derecho terminada y de pinitos de adolescente en la prensa de preguerra: 'La Ametralladora', entre otras.
3º.- Esquema de comunicación. ¿A dónde quiero ir a parar con este esquema psico-biográfico y comunicador de vuestro colega? Pues a que él, no os quepa la menor duda, aprendió o asimiló un esquema de comunicación que sabía. 1º, que a pesar de lo inmensamente complejo, estaba consolidado; 2º, que, por esto mismo, era comprendido por millones de ojos y mentes, que, a su vez, lo necesitaban y necesitan a vida o muerte; y 3º, que, a pesar de su capacidad para la retranca vitalista y lingüística (de Alfonso, literal, en TVE sobre la película 'Sodoma y Gomorra': 'Sopor y Modorra'), si quería ser entendido a la perfección, debería acoplarse a dicho esquema o molde comunicador o comunicativo.
4º.- Lenguaje. Todo periodista tiene que ser consciente de que es maestro del lenguaje. No lo es un industrial…, ni un ingeniero…, ni siquiera un médico…, ni un conductor de autobuses o taxis. Él, real y verdaderamente, sí lo es. ¿por qué y para qué?
5º. ¿Por qué y para qué? Porque dada su condición de usuario de la palabra, escrita o hablada, para comunicar su percepción e interpretación de la realidad, e incluso, aunque sin quererlo o subliminalmente, para dejarnos sus ideas y sentimientos, tiene en sus manos un don cuasi divino; decía don Manuel Alvar que 'el Lenguaje es nuestra morada vital'.
Y 6º.- Sutilezas y matices. Al explicitarlo escribiendo y hablando, deja constancia escrita y locutiva de las divinas sutilezas, de los cuidados matices gramaticales y, dentro de estos, los prosódicos, con los que los siglos, y, sin irnos tan lejos, los años próximos pasados, han ido cincelando nuestro escribir y hablar, con el fin de aquilatar, es decir, de hacer sutiles las estructuras de nuestros soberanos esquemas de comunicación conocidos como el Lenguaje, con el fin de que así, vosotros, podáis llegar a todos y cada uno de los posibles perceptores, sean estos de la condición social que puedan ser, o de educación, o de edad (esto sobre todo, que los periodistas tantas veces olvidan… Se olvidan de si sus padres o abuelos podrán entender y valorar con justeza sus mensajes, y ese olvido es difícilmente comprensible).
¿Dónde están algunos de los peligros o, mejor, algunos de los tropiezos en el lenguaje con los que el periodismo puede trastabillarse? Que cada uno de tales escribidores y hablantes se analice día a día, sin compasión, lo mismo que el resultado final de una contabilidad o de una caja registradora son mirados con lupa e inmisericordemente por sus responsables, aunque sepan que algunas veces el tal ejercicio ha podido provocarles sudores de muerte ante gazapos no muy justificables a primera vista.
Solo en ejemplo de tropiezo común. Si el modo subjuntivo es un humano hallazgo precioso para expresar la sutil matización en los posibles, o no posibles, acaeceres de los hechos o estados de ánimo, lo mismo pasados que por venir, ¿por qué no lo cuidamos? No es cuestión de ser fieles a la Gramática de forma 'papanatil', es cosa de acertar y matizar la posibilidad, o aleatoriedad, de un momento, tal como queremos que nos entienda y lo entienda el lector u oyente.
http://www.laverdad.es/murcia/v/20110815/opinion/lenguaje-periodistas-20110815.html
Isabel
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